Traición en Nueva York: familiar de migrante colombiano lideró millonario robo en su propia casa
Lo que empezó como un gesto de solidaridad terminó en una amarga traición. Anderson González, un colombiano radicado en Estados Unidos, jamás imaginó que abrirle las puertas de su hogar a un familiar recién llegado desde su país sería el inicio de una pesadilla que le costaría 120.000 dólares y la confianza en su propia sangre.
Según relatan las autoridades, el 3 de marzo de 2024, Miguel Alfonso Poveda Torres viajó desde Colombia hasta Houston, Texas, con visa de turista. Poco después se trasladó a Nueva York, donde pidió alojamiento, alimentación y trabajo a González, quien no dudó en recibirlo y hasta le cedió un vehículo Honda blanco para que trabajara como conductor en plataformas digitales.
Pero lo que parecía un acto de apoyo entre migrantes escondía un plan cuidadosamente orquestado. Las investigaciones de la policía neoyorquina revelaron que Poveda era el cabecilla de una banda de “apartamenteros” integrada por otros dos colombianos. Su modus operandi incluía vigilar de cerca a sus víctimas, estudiar sus rutinas y actuar en el momento preciso para robar sin dejar rastro.
La traición alcanzó su punto más doloroso cuando González supo que él mismo había sido uno de los blancos de la banda. Las cámaras de seguridad y el rastreo del Honda que había prestado fueron clave para identificar a los responsables. El golpe fue demoledor: los ladrones se llevaron un ahorro que la familia había juntado durante años en su búsqueda del sueño americano.
El caso ha generado indignación entre la comunidad migrante, que lucha por derribar estereotipos negativos. “Aquí en Estados Unidos la vida es dura y uno se esfuerza por salir adelante, no para que alguien abuse de la buena fe”, expresó González.
Las autoridades confirmaron que Poveda huyó a Colombia el 7 de septiembre de 2024. Ahora enfrenta solicitudes de cooperación internacional y podría ser procesado por hurto mayor, allanamiento y daños a la propiedad. Tanto las autoridades judiciales de EE. UU. como la Cancillería colombiana trabajan para lograr su captura.
Más allá de la cifra robada, este caso deja al descubierto un problema que preocupa a muchos migrantes: el riesgo de que la confianza, ese valor tan vital cuando se vive lejos de casa, se rompa en las manos equivocadas.
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